Llenar el zócalo de la Ciudad de México o las plazas principales de las diferentes ciudades del país, es un mensaje muy poderoso; primero, porque ha quedado claro que la manifestación de la gente no le pertenece solo a un movimiento y segundo, se demuestra que el gobierno de López Obrador ha fracasado.
Fracasó porque ha dividido al país, porque insiste en destruir a las instituciones y porque sigue negado a voltear a ver a todos los mexicanos.
Ayer dejamos claro que México es más importante que cualquier ideología o visión. Que somos un país de instituciones y tenemos la obligación de defenderlas.
He visto muchas declaraciones de los voceros del oficialismo desdeñando lo que ayer sucedió y eso sólo demuestra una cosa; tienen tanto miedo que no están dispuestos a ver a todos los ciudadanos, se aferran a escuchar solo a aquellos que les aplauden. Insisten en su narrativa de que estamos defendiendo privilegios y aquí quiero ser muy clara; lo que se defiende es la libertad misma, porque justamente de ahí parte la base de cualquier sociedad democrática y civilizada; de la libertad. Sin ella, ¿cómo podríamos aspirar a más, a nuestros derechos, nuestra seguridad, la salud, el trabajo, la justicia y la vida misma?
Por ello se vuelve tan poderosa la manifestación de ayer, porque no salimos a defender a un partido político, o a un mesías o una ideología. Salimos a defender la libertad de todos, incluso la de aquellos que nos atacan, salimos a defender nuestra libertad de expresión, la libre manifestación y la libertad de decidir y votar. Eso tiene que ser fundamental y quienes hoy le aplauden a este gobierno debieron haberse unido, pues estábamos defendiéndolos también a ellos como mexicanos.
Y a diferencia de ellos, que los mueve el odio y el resentimiento, a nosotros nos mueve el amor por México, por nuestras familias y por lo que hemos construido. Lo dijimos el 13 de noviembre y ayer 26 de febrero; el INE no se toca, nuestro voto no se toca y nuestra libertad no se toca.
Palabra de norteña.