Si la Reforma al Poder Judicial nos pareció inaudita, grave y por demás impugnable; imaginen ahora la reforma constitucional para que la Guardia Nacional pase a formar parte de la SEDENA.
El artículo 129 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos nunca había sido reformado, ¿por qué? porque es precisamente ese artículo el que garantizaba la salvaguarda de lo civil y lo militar. Es decir; literalmente dice que “en tiempos de paz ninguna autoridad militar puede ejercer más funciones que las que tengan exacta conexión con la disciplina militar”.
Pero hoy, en cambio, no solo se reforma ese artículo y se destruye esa garantía, sino que además se le delegan facultades importantísimas y peligrosas a la Guardia Nacional como la de investigación de delitos, como si fuesen un ministerio público, con la poderosa diferencia de que todos ellos tendrán fuero militar, o sea, solo podrán ser juzgados por tribunales militares, a pesar de que ya existen más de mil denuncias por abuso de autoridad, tortura y otras tantas violaciones a los derechos humanos de los ciudadanos.
Aunado a lo anterior el Congreso podrá otorgarle muchas más facultades, sí, ese Congreso en el que el partido gobernante tiene mayoría absoluta, ese Congreso que se adjudicó una sobrerepresentación y que la usa para destruir a la República.
Son los mismos que han destruido políticas públicas, los mismos que deciden darle una estocada final al Poder Judicial, los mismos que ejecutan venganzas del autócrata de Palacio Nacional. Los mismos que a ciegas y aplastantemente aprueban reformas sin moverles ni una coma, sin escuchar a los especialistas, ni al pueblo. Esos mismos hoy, militarizan la Constitución, escupen para arriba y ponen en manos de un poder fáctico su libertad y la de sus familias.
La combinación de militares con “funciones civiles” más jueces sin rostro no suena en absoluto democrático ni mucho menos para pacificar al país. Hoy más bien pareciera que se sigue avanzando en el manual exacto para la concentración de poder y la represión a todo aquel que se atreva a oponerse.
No es para menos recordar que quienes hoy promueven estas reformas antes estaban en contra de la militarización del país, porque claro está que sabían el peligro que ello significaba, pero hoy que tienen el poder quieren perpetuarlo al precio que sea.
Palabra de norteña.