Nadie -o eso creo- está en contra de la solidaridad, la generosidad, del amor al prójimo, y mucho menos en contra de amparar a los más vulnerables, en este caso a un niño.
Este fin de semana, el Gobernador de Nuevo León y su esposa volvieron a dar de qué hablar en las redes sociales y en los medios de comunicación. Decidieron llevar a un niño a su casa, no a cualquier niño sino a Emilio de 9 meses de edad, con una discapacidad y al que su madre biológica decidió entregar en el DIF Capullos. El hecho da para mucho de qué hablar, hubo posturas a favor y en contra y qué bueno; francamente me preocuparía que nadie hablara del tema, pues eso nos estaría convirtiendo en una sociedad totalmente apática -ojo, dije totalmente- y aún vivimos en una democracia, donde cada vez hay mayor acceso a la información (del tipo que sea) y lo natural es que las opiniones se dividan. Lo que no me parece correcto es que las opiniones se entiendan como meras críticas a las que no hay que escuchar, creyendo que por ser gobierno o gobernados no estamos obligados a la retroalimentación para tomar mejores decisiones; sí, gobierno y gobernados.
Lo anterior me hace pensar en las lecciones que este acontecimiento nos deja. Y empiezo con las que considero debería tomar en cuenta el Gobernador (la máxima autoridad de nuestro estado y quien nos guste o no, es el primero que debería poner el ejemplo en el respeto a la ley y el orden) así como el resto de funcionarios de la administración pública estatal.
1. La ley se hizo para cumplirse, pero también para garantizar los derechos de todas las personas y su dignidad, incluidos niñas, niños y adolescentes. Existen leyes que los amparan a ellos y también leyes que regulan los procesos administrativos de cada instancia de gobierno, incluido el DIF. Ser la autoridad no te exime de cumplir y respetar la ley. Pero lo más importante, ser autoridad te obliga a ser el primero en garantizar los derechos de un menor.
2. Forma es fondo. Basta con revisar una ley, o leer un manual de procedimientos (en este caso el Manual de Políticas y Procedimientos de Familias de Acogimiento del DIF Nuevo León) para darse cuenta la cantidad de trámites y lo extenso que puede ser un proceso como éste y entender que quizás el Gobernador y su esposa no cumplieron con dichos requerimientos para poder egresar a un menor de Capullos, lo que hace pensar que presuntamente se trató de tráfico de influencias. La lección, ¿no habría sido mejor hacer primero las modificaciones legislativas y reglamentarias pertinentes, convocando al Congreso del Estado, y a los especialistas en el tema, (como lo mencionó ayer domingo el propio Gobernador) y entonces hacer un cambio real y de raíz y así incluso evitarse las “críticas” de las que se quejaron?
3. La popularidad no debe ser a cualquier costo. Y esta lección debe ser para todos los que nos dedicamos al quehacer público. Hay una máxima en la política, Santo Tomás de Aquino la nombraría como una de las cuatro virtudes cardinales: la Templanza, ésta ayuda a un político a mantener armonía, equilibrio interno y cohesión entre sus palabras y sus actos, para lograr el dominio de la voluntad sobre los impulsos e instintos y proteger la honestidad, los valores que enarbola como político y la integridad y la dignidad de las personas. Por supuesto que es una virtud que todos desearíamos tener y practicar al cien por ciento, pero no se podrá lograr si antes de ello se pasa por encima de la dignidad de otras personas, se les re-victimiza y violentan sus derechos. El Gobernador llegó con una gran legitimidad, con muchas buenas intenciones y grandes ambiciones para Nuevo León, sería muy lamentable que por un afán de protagonismo y popularidad todo esto se fuera como agua (por cierto un vital cada vez más escaso en nuestro estado).
Hablaré ahora de las lecciones para nosotros los gobernados;
1. Aspirar a ser cada vez mejores como sociedad, pero aspirar en serio. No conformarnos con menos de lo que se nos prometió, dejar de creer que no nos afecta repetir la historia, dejar de solapar ciertas acciones sólo porque nos parecen tiernas, generosas o populares.
2. Entender que los problemas no tienen soluciones mágicas, la vida real no es Tik Tok o Instagram (esas son sólo redes sociales de entretenimiento que a muchos puede gustarnos) pero ahí no está la solución a nuestros problemas, por mucho que nos identifiquemos con lo que ahí sucede. Construir leyes y cumplirlas, administrar un estado lleva tiempo, implica orden, compromiso de todos, conciencia colectiva, solidaridad, empatía y también asumir consecuencias cuando éstas no se cumplen o cuando no hay resultados. Ahora un problema de todos es el apego de Emilio, ¿qué estará sintiendo hoy que ya no está en los brazos o en el entorno que lo acogieron durante el fin de semana? ¿está mal pensar en eso y creer que se pudo evitar? Yo creo que no.
3. Que no nos vendan espejos. Nuevo León es una sociedad grande, digna y merece mucho más que sólo un espectáculo. Merecemos más que una simple emoción de fin de semana, y no me mal interpreten; por supuesto que yo también deseo que Emilio y todos los niños puedan acceder a una vida digna, a un hogar, alimentación, al amor de una familia, pero mi mayor deseo es que sea para siempre, (no sólo un fin de semana), con orden y con todas las de la ley. Como mujer, ciudadana, pero sobre todo como legisladora, no podría permitirme nada menos que eso.
Qué bueno que Nuevo León tenga autoridades tan sensibles a los temas, mi mayor deseo es que sea genuino, para todo el sexenio y en todos los ámbitos. Mi reconocimiento a todas las personas que trabajan en el DIF, a ellos y al Gobernador del estado les digo; cuentan conmigo para hacer lo que sea necesario desde mi trinchera para cambiar la realidad de tantos niños que merecen vivir con dignidad. Dignidad que incluye su derecho a la privacidad tal como lo establece el artículo 13 de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Palabra de Norteña.