El problema de las escasez de agua en Nuevo León no es para nada nuevo, y no es un tema que desconozcamos quienes vivimos aquí. Desde 1983 el entonces gobernador Alfonso Martínez Domínguez hablaba del tema, incluso pronosticó que en 20 años ya no habría agua, ya pasaron 39.
Esta situación no ha pasado desapercibida para nadie, o eso quiero creer, por ello hay diversos planteamientos para darle soluciones concretas al problema, algunas a corto y otras a largo plazo. Hablemos por ejemplo de lo que plantea el Plan Hídrico 2050 que se presentó al Gobierno estatal desde el 2018.
El Fondo de Agua Metropolitano de Monterrey se dio a la tarea de realizar una investigación profunda, así como mesas de trabajo y foros con los expertos en la materia, mostrando el panorama real de Nuevo León respecto al agua, resultando el Plan Hídrico 2050 que contiene elementos necesarios para ser un mecanismo de planeación hídrica oficial y con ello alcanzar la seguridad hídrica de Nuevo León.
Dentro de este plan se plantearon varios ejes, siendo el primero la Gestión de la demanda en la que se establecen tres herramientas de conservación de agua que la experiencia internacional ha demostrado que funcionan.
- Política tarifaria como herramienta de conservación de agua; esta estrategia no es muy popular, pues a ningún gobierno le gusta asumir el costo político de establecer orden en cuestiones tarifarias, sin embargo se vuelve relevante y necesaria cuando se trata de un problema tan grave como el abastecimiento del vital líquido. Y hoy, antes que ser populares, lo que urge es resolver el problema. Con esta herramienta se propone una revisión exhaustiva de las 13 categorías del esquema tarifario para con ello proteger a quienes consumen menos y que el cobro sea proporcional, además de separar a los sectores comercio e industria. Con ello, el Sistema de Agua y Drenaje de Monterrey tendría un importante incremento en sus ingresos, mejorando así su operatividad, sus capacidades y cubriría costos de mantenimiento y expansión de infraestructura.
- Cambios de equipos y muebles sanitarios; si bien el Plan Hídrico 2050 plantea esta herramienta como una alternativa importante para reducir el consumo doméstico de agua, es necesario considerar que su evidencia se basa únicamente en una encuesta realizada de manera aleatoria a habitantes del área metropolitana de Monterrey, y aunque sí se estima una reducción considerable en el consumo del agua, principalmente en el uso de la misma para actividades de higiene y uso del baño, se recomienda hacer un análisis robusto para conocer bien las condiciones de los equipos y muebles sanitarios con los que cuenta la población para de esta manera iniciar una campaña de renovación de los mismos.
- Campañas focalizadas de cambio de comportamiento; para esta tercer herramienta se requiere de un análisis de la psicología social, es decir que para desarrollar una campaña en la que se busca crear una cultura del cuidado del agua, primero es importante conocer al individuo y su comportamiento en relación con el agua, o sea que, no se debe salir a decir cualquier cosa y mucho menos con un mensaje agresivo o que pareciera que se está amenazando a la ciudadanía. Este tipo de programas o campañas han sido implementados, analizados y evaluados también por el Banco Mundial y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (incluso para el uso de electricidad y gas) y han demostrado que son eficientes en cuanto a los costos, además de que su inversión en Nuevo León implicaría incluso un gasto menor al que ya hace SADM (Sistema de Agua y Drenaje de Monterrey) en comunicación social. Es importante destacar que esta herramienta debe empezar aplicarse cuanto antes, de tal forma que permita ver resultados para adecuar la intervención de tal forma que veamos un mayor impacto.
Esta lista no es lo único que se requiere, sin embargo la experiencia internacional demuestra que se puede lograr hasta 2.7 metros cúbicos por segundo de ahorro de agua, y también plantea que son medidas que deben ponerse en práctica de inmediato.
El siguiente eje es el de Recuperación de volúmenes del sector agropecuario, el primer paso en ello es la medición del consumo de agua en este sector, pues hasta ahora lo único que se conoce son los volúmenes que CONAGUA ha concesionado. Para ello se plantea: establecimiento de programas de modernización de infraestructura de conducción; redimensionamiento de los distritos de riego; tecnificación de los sistemas de riego; selección de cultivos de poca demanda de agua y alto valor comercial; instalación de sistemas de medición en un 100% de los usuarios agrícolas.
El tercer eje trata sobre la Eficiencia en el sistema de abastecimiento de agua, se refiere principalmente al manejo eficiente del recurso dentro de las operaciones del propio organismo operador de agua:
- Optimización en la operación del sistema, actualmente alrededor del 55% del suministro proviene de las fuentes superficiales y el 45% restante de subterráneas, por lo tanto existe una necesidad de optimización en cuanto a la explotación de las fuentes, esto para aprovechar al máximo y evitar riesgos al utilizar solamente las fuentes superficiales que tienden a evaporarse.
- Operación conjunta de las presas El Cuchillo y Marte R. Gómez, el último acuerdo, establecido el 13 de noviembre de 1996 específica que: “Si al 1 de noviembre de cada año, la presa El Cuchillo registra un almacenamiento superior a 315 millones de metros cúbicos, el excedente de ese volumen deberá ser trasvasado a Marte R. Gómez, siempre y cuando este último embalse tenga un nivel inferior a 700 millones de metros cúbicos”, pero en dicho acuerdo no se establece la necesidad de revisar si el usuario requiere del agua y por lo tanto si hay un excedente ésta simplemente se descarga al mar. Por lo tanto es necesario realizar los estudios pertinentes para plantear modificaciones y negociar los términos de dicho acuerdo para que de esta forma Nuevo León trasvase menos volúmenes a Tamaulipas sin afectar los distritos de riego aguas abajo.
- Agua no contabilizada (ANC), este concepto se refiere a los volúmenes de agua que no se traducen en ingresos económicos para el organismo operador, por ejemplo por las tomas clandestinas o la ausencia o falta de mejora en la infraestructura de distribución. Esto quiere decir, que el volumen producido es mayor que el volumen facturado, por lo que poner especial atención en el agua no contabilizada es urgente ya que podría traducirse en ingresos económicos para SADM.
El Plan Hídrico también habla de la gestión de riesgos por sequías e inundaciones, planteando por ejemplo medidas de mitigación estructurales y no estructurales; por ejemplo el reuso de agua tratada más allá del riego de áreas verdes y jardines, reutilización de aguas grises en el ámbito urbano y rural, promoción y apropiación de hidrotecnologías, implementación de cultivos resistentes a las sequías, desarrollo de programas para cada una de las cuencas del estado, entre otros. Pero también plantea posibles fuentes de financiamiento, como los programas federales y los bancos de desarrollo, punto que me parece en estos momentos de lo más relevante para que no haya pretexto para poner en marcha este Plan.
Existen muchas áreas de oportunidad, y es pertinente considerar aspectos que no se deben descuidar al implementar un plan de acción respecto al agua; como el agua en la agricultura, la toma de decisiones en la distribución en el área metropolitana, el agua subterránea, el análisis de la demanda, la conservación de las cuencas, la calidad del agua, el caudal ambiental y la gobernanza. Con esto quiero decir que ya existe un plan, que hay muchas herramientas que permiten una eficiente toma de decisiones, y que la urgencia es hoy. Nuevo León ya no está para improvisaciones, ya no hay pretexto, si realmente se quiere poner manos a la obra aquí está el cómo para empezar.
Palabra de norteña.