Las dos guerras

“En la guerra, el alma del ser humano envejece”

Svetlana Alexievich

La guerra que inició la semana pasada muestra de cuerpo completo la naturaleza humana y su instinto de autodestrucción, las condiciones políticas de Europa son una muestra de que las relaciones entre los países no son tan estables como nos hemos venido engañando desde que “terminó” la Guerra Fría, siempre habrá un motivo para invadir un país.

Desafortunadamente el conflicto no sólo está en Ucrania, desde hace varios años nuestro país se encuentra en un estado de guerra no declarada donde diariamente mueren docenas de personas, basta con observar el escalofriante video de un comando armado fusilando a más de 10 personas en un velorio, si eso no es una guerra entonces no sé qué es.

Por si fuera poco, el Gobierno Federal se ha empeñado en implementar estrategias basadas en una filosofía de cartulina donde la hipocresía y la falsa moral predominan, los abrazos ya se quedaron cortos para hacerle frente a la delincuencia, particularmente en estados como Michoacán donde las escenas de vehículos blindados quemados en medio de la carretera muestran un paisaje similar a las zonas conurbadas de Kiev, capital de Ucrania.

Nuevo León no está exento de la guerra que vivimos, en lo que va del año  más de 150 personas han sido asesinadas en hechos violentos, los enfrentamientos de nuestras fuerzas de seguridad se han vuelto más comunes en brechas y municipios del norte del estado y la llegada de más militares a la capital son una muestra de que efectivamente, estamos en guerra.

Grupo Reforma realizó un comparativo del número de muertos en la guerra Ruso-Ucraniana y el número de muertos por la violencia en México: 198 vs 166, un dato escalofriante tomando en cuenta que México no se encuentra en un estado de guerra declarada.

Terminar con la violencia en México y en el mundo es responsabilidad de quienes toman las decisiones sobre cómo hacerle frente a los problemas, desafortunadamente los más afectados siempre serán los ciudadanos.

En la guerra no hay ganadores ni perdedores, solo muertos. Esta columna va dedicada a la escritora ucraniana Iryna Tsvila.

Palabra de norteña.

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